Por Daniel Beade
Estamos tan condicionados para pensar y comportarnos de una determinada manera, que en la sociedad actual ser auténtico es un acto casi revolucionario.
¿No sentís a veces que estamos viviendo como detrás de una careta? Intentando aparentar que todo está bien, que somos buenas personas sin malos pensamientos, tragándonos las lágrimas de desesperación, o los celos, o la rabia porque «se supone que esas cosas no se deben sentir».
Si bien vivir bajo una careta nos permite sentirnos más cómodos y seguros, con el tiempo conlleva un precio muy alto: la desconexión de nuestra verdadera esencia. Y en algunos casos, de tanto llevar una máscara puesta nos olvidamos de quiénes éramos antes de usarla por primera vez.
¿Podemos vivir sin ellas?
La mayor parte del tiempo nos escondemos detrás de máscaras, las usamos casi todo el tiempo, nos aferramos a ellas y olvidamos por completo que las traemos puestas.
Escribí este nuevo capítulo luego de recibir el siguiente comentario:
'Racionalmente yo sé y acepto que tengo envidia de casi todo el mundo que me rodea.
Desde adolescente siento un profundo odio hacia los demás, pero sobre todo, me odio y desprecio a mí misma.
Estoy harto de esforzarme en todo, de ser una persona decente, de hacer las cosas bien y que nada me resulte. Me revienta ver que un cualquiera e inculto se lleve una bella persona al que yo iba detrás, que otra tipo egoísta y maleducado pueda ser padre y yo no, que unos inútiles irresponsables asciendan en el trabajo antes que yo.
Casi todos los días me levanto con ganas de hacerme mucho daño. No duermo pensando en el odio que me consume, en la certeza de que no valgo nada y cada noche cuando logro conciliar el sueño con el deseo de que al día siguiente toda esa gente despreciable que odio por tener lo que yo merezco y ellos no, muera o desaparezca. O mejor aún, yo mismo.
Lo sé, soy un ser repugnante, pero tenía que soltarlo, y ojalá que al desnudar mi deseo de destrucción y desaparición propia, se cumpla pronto'.
Cuando la máscara se nos queda adherida
Puede ser difícil desprenderse de ciertas máscaras.
Aprendemos a usar máscaras desde que somos niños, cuando nos damos cuenta de que, en determinadas situaciones, no podemos comportarnos como nos gustaría si queremos ser aceptados. Aprendemos a controlar nuestras frustraciones y rabias buscando la aprobación de nuestros padres. O ya dentro del sistema educativo somos pacientes y simpáticos con nuestros compañeros para lograr también esta aceptación. Por ejemplo, ya en nuestra juventud o adultez si interpretamos al tipo duro podemos pensar que las personas nos aprecian por esta faceta y nos abandonarán al ver nuestra vulnerabilidad. O aprendimos con humor a huir de nuestras emociones, creyendo que los demás no nos aceptarán si un día dejamos los chistes y ese humor característico y nos sinceramos. Y así sucesivamente hasta que morimos.
La mejor forma de quitarse la máscara es conocerse y darle una oportunidad a nuestra esencia: de esta manera podremos presentarnos ante lo que nos rodea sin trucos, con nuestra magia.
Alejados de sobrevaloraciones e ilusiones infundadas seremos más felices, pues daremos a cada cosa y a cada persona el lugar que se merece en nuestras vidas.
Es hora de sacarnos las caretas: ¿Podemos vivir sin ellas?
3 preguntas que nos harán pensar:
Como ves, son todas estas preguntas de gran profundidad que nos llevarán a conocernos mejor a nosotros mismos.
¡Gracias por leer y hasta pronto!
Feliz Lunes, feliz vida.
Besos y abrazos.
Daniel.
Para consultas, podés escribirnos por Whatsapp al 1139384595 .
Puedes encontrarnos en:
FB: https://www.facebook.com/Modo-Virtual-101654341549244/
IG: https://www.instagram.com/modo.virtual/
YT: https://www.youtube.com/channel/UC2QQKDz5EKVg-mgiFeM5QUg
Conoce nuestra página web
Copyright © 2021. Todos los derechos reservados